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En defensa del marxismo: Entre el revisionismo y la revolución

La necesidad de este artículo se presenta para intentar aclarar, a nivel muy general, las diferencias conceptuales entre dos términos que, por desdicha, han sido utilizados como simples adjetivos sin conocer sus amplias contradicciones ideológicas. Es así, que la defensa de la concepción marxista del mundo y de la revolución, que se realizará a continuación, será a través de diferenciarlo con la concepción y la forma de actuar del revisionismo.





Vladimir Illich Uilianov, más conocido con su nombre clandestino de Nicolás Lenin, es quien de una forma pedagógica describe el nacimiento del término revisionismo, en el texto titulado “Marxismo y Revisionismo”, escrito en 1908.


“Esta corriente debe su nombre al ex marxista ortodoxo Bernstein, que es quien más alborotó y ofreció la expresión más acabada de las enmiendas hechas a Marx, de la revisión de Marx, del revisionismo”[1]


Eduardo Bernstein, ideólogo alemán de lo que hoy podemos denominar “socialdemocracia” fue dirigente del bloque “moderado” que enfrentó al bloque revolucionario de la II Internacional desarrollada a finales del siglo XIX, cuyo desenlace fue la bancarrota y la convocatoria a la III Internacional leninista en el marco de la Revolución Bolchevique de 1917.


La concepción de Bersntein y el revisionismo, caracterizaremos, para este artículo, en dos postulados generales que lo diferencian ampliamente del marxismo:


  • Negar la dialéctica materialista y por lo tanto la revolución


Para nadie es desconocido la herencia hegeliana que posee el marxismo. Por su parte, el revisionismo, es la convocatoria al retorno a Kant, como diría el mismo Bernstein. La diferencia es que a pesar de la importancia histórica que posee Kant, Hegel logró fusionar la esencia con el fenómeno mediante la totalización del “Ser” con sus contradicciones internas. El “Ser” como un conjunto de acciones. Por eso, la concepción hegeliana ha basado la dialéctica "sujeto-objeto" al movimiento, al cambio y a la transformación; lo que para Kant era un conjunto fijo y establecido. Posteriormente Marx se encargó de superar la noción de Idea Absoluta de Hegel y darle su viraje material.


En este sentido, el acto revolucionario, como transformación de la realidad, encuentra, por la concepción dialéctica materialista, el sustento científico; donde la contradicción interna del sistema desemboca en cambios cualitativos. La revolución es el clímax de las contradicciones de un sistema que da nacimiento a uno nuevo. El revisionismo, por su parte, considera que al socialismo –o a un sistema más justo- se puede llegar pero no de una forma revolucionaria o dialéctica sino “evolutiva”, gradual y de consensos, siendo las reformas su razón de ser.


El revisionismo, al negar la “concepción dialéctica materialista” y basarse en el “consenso evolutivo” no solo que niega la revolución, como acto cualitativo, sino que rechaza la contradicción fundamental para la revolución: la lucha de clases.


Es por este motivo que el revisionismo, pretende conciliar para avanzar “ordenadamente” a un cambio de sistema, cuando lo que verdaderamente hace es fortalecerlo. Es claro que el “imperativo categórico” kantiano del “deber ser” se intentó fusionar con el socialismo, dando una concepción abstracta de lo que verdaderamente es el socialismo y la revolución.


En la medida que el “deber ser” del socialismo siga concebido como un horizonte inalcanzable a futuro, perderá su realidad marxista de irlo construyendo en el presente.


  • El oportunismo táctico.


Así como Maquiavelo consideraba que “el fin justifica los medios”, Bernstein y el revisionismo consideraba y considera: “el fin no es nada, el movimiento lo es todo”. Para el marxismo no existe tal separación. Como vimos en los párrafos anteriores, la herencia hegeliana nos obliga a entender a los medios y los objetivos como un todo articulado. La revolución, para el marxismo, es consecuencia directa de los medios utilizados para su realización, pero si los medios están en discordancia con el objetivo revolucionario, no solo no se cumplirá el objetivo revolucionario sino que tendrá un quiebre moral y se descompondrá la organización y quienes lo pregonan.


Fragmentar los medios y los objetivos, no es solo renegar del marxismo, sino caer en el juego oportunista de estar a la espera de “pescar a río revuelto”.


Rosa Luxemburgo, para quien el objetivo, que era el socialismo, lo era todo, combatió de la misma manera las posiciones revisionistas.


Sin duda alguna, el marxismo se diferencia de la concepción maquiavélica y bersnteiniana sobre los medios y los objetivos, no los fragmenta, todo lo contrario, los fines u objetivos son consecuencia directa de los medios o las tácticas en una relación inherente.


Por su parte, Lenin decía claramente al respecto:


"Esta expresión proverbial de Bernstein (“El objetivo final no es nada; el movimiento lo es todo) pone en evidencia la esencia del revisionismo mejor que muchas largas disertaciones. Determinar su comportamiento caso por caso, adaptarse a los acontecimientos del día, a los virajes de las minucias políticas, olvidar los intereses cardinales del proletariado y los rasgos fundamentales de todo el régimen capitalista, de toda la evolución del capitalismo, sacrificar esos intereses cardinales en aras de las ventajas verdaderas o supuestas del momento: ésta es la política del revisionismo”.[2]


Sin embargo, el mismo Lenin aclara, que la política marxista no quiere decir que no se participe en los espacios más democráticos de la democracia burguesa, como son las elecciones parlamentarias donde se llega por el respaldo y la legitimidad del pueblo y sirve además como espacio de disputa política que pone al desnudo las contradicciones de las clases que participan.


Por ello, existe una gran diferencia entre disputar el poder político mediante las tácticas revolucionarias y, por otro lado, creer que la toma del poder es ir sumando funcionarios dentro de un gobierno, peor aun cuando este último ha abandonado los principios que le hicieron surgir o sin tener acuerdos programáticos previos. En este sentido, la primera opción es marxista, porque posee un carácter de transformación política y ningún grado de subordinación y la segunda opción es revisionista, ya que fortalece, mediante la conciliación, a un Estado de Clase mediante la burocratización, que trae consigo además disputas entre las izquierdas infantiles por ocupar esos mismos cargos.


Lenin reiteraba permanentemente que gobierno no es sinónimo de poder. Los gobiernos son transitorios, el poder permanece. La toma del poder no es la institución burocrática, es la amplia correlación de fuerzas populares que empujan la historia al socialismo.


Si bien es cierto que hay que enfrentar en unidad de acción, con todas las corrientes de izquierda, al enemigo principal que es el imperialismo; también es cierto que dentro de la izquierda hay que dar la “batalla de las ideas” y seguir construyendo organización que permita avanzar a paso firme por la revolución.


Las diferencias entre el marxismo y el revisionismo son amplias y deben ser estudiadas a cabalidad para dar propuestas superadoras.


Por eso, en tiempos que “llaman a indefinirse”, vale la pena defender al marxismo.

[1] https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1900s/3-iii-08.htm

[2] Idem

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